miércoles, 23 de diciembre de 2015

Retiros a Profesionales: La recuperación de la perspectiva cristiana del mundo profesional

Publicado en: Razón y Fe, Septiembre 2013

El pasado 1 y 2 de febrero tuvimos la décima edición de los retiros destinados a profesionales (en lo sucesivo, retiro). El retiro que ofrecemos cada año desde 2004 está destinado a profesionales en activo a los que se propone ofrecer un espacio en el que mirar a la luz del Evangelio lo que hacen y lo que les pasa en sus trabajos profesionales (o en el paro). En las siguientes líneas me propongo describir lo que ha sido esta experiencia a lo largo de estos años.

El formato del retiro.

La elección del tema del retiro y su posterior tratamiento comienza con la sugerencia que hacen algunos de los asistentes que llevan más tiempo acudiendo a estos encuentros. Los dos jesuitas que se encargan del retiro hacen una labor conjunta de reflexión y discernimiento sobre la oportunidad de algunos de los temas sugeridos y finalmente escogen aquél que, por el contexto actual, demanda una mayor atención y respuesta.

El formato de estos retiros tiene algo de inusual: se trata de un retiro de 24 horas intensas que empieza un viernes después de cenar y finaliza el sábado por la tarde noche con una eucaristía. Con este formato exprés se pretende que los profesionales jóvenes con hijos pequeños no prescindan de todo el fin de semana para el retiro y se les facilite estar con sus familiares el domingo.

El buen clima de comunicación del retiro queda garantizado con la puesta en común inicial que tiene lugar en el encuentro del viernes por la noche. A la luz del tema del retiro, cada asistente expone las motivaciones y las preocupaciones que traen al retiro. Aunque muchas de esas motivaciones son muy recurrentes entre ellos, la diversidad de escenarios profesionales enriquece su tratamiento.

La jornada del sábado comienza con una oración comunitaria muy contextualizada al tema. Después del desayuno uno de los jesuitas que acompaña el retiro ofrece una orientación para la oración personal de la mañana y un cuestionario para la posterior puesta en común. En la tarde el otro jesuita procede del mismo modo. El retiro culmina con la eucaristía final.

Los temas que se han ido tratando cada año han sido los siguientes:

2004: Trabajo y testimonio cristiano.
2005: Los agobios en el trabajo.
2006: Las relaciones en el trabajo: jefes y compañeros.
2007: Dios en nuestras historias profesionales.
2008: ¿A quién servimos en el trabajo?
2009: Profesionales en tiempos inciertos.
2010: La verdad en el trabajo.
2011: Vivir con la incertidumbre.
2012: Profesionales que dan ejemplo. Ejemplos que dan esperanza.
2013: Profesionales creyentes y creíbles.

El número de asistentes ronda las 25‐30 personas en cada edición, teniendo en cuenta que el límite de las 30 personas obedece al espacio disponible y a la necesaria agilidad para el desarrollo del retiro. Algunos de los presentes ya han asistido a ediciones anteriores, otros son nuevos. Han sido convocados desde la Red Ignaciana, aunque inicialmente las convocatorias se hicieron desde nuestra parroquia de San Francisco de Borja, en Madrid. El retiro tiene lugar en una casa de ejercicios espirituales a las afueras de Madrid.

Por estas ediciones del retiro han pasado personas procedentes de una gran variedad de profesiones: profesores de universidad, profesores de colegios e institutos, funcionarios de ministerios, profesionales del mundo de la sanidad, economistas, ingenieros, abogados, farmacéuticos, arquitectos, informáticos, biólogos, trabajadora social, controlador aéreo, trabajadora de empresa de grande superficie, técnico de banca, traductora y profesora de idiomas.

Somos dos (hemos llegado a ser tres) los jesuitas comprometidos con esta experiencia. Tenemos en común no sólo que somos jesuitas sino que por diversos motivos habita en nosotros una sensibilidad despierta hacia el mundo de las profesiones.

Los antecedentes del retiro.

En el 2003, varias personas del mundo de la sanidad expresaron a distintos jesuitas sus inquietudes a la hora de afrontar muchos casos controvertidos que surgían en sus trabajos cotidianos en hospitales y clínicas. Para ello, pidieron la creación de un espacio para el encuentro periódico donde se pudieran tratar asuntos propios del mundo sanitario desde la ética y la antropología cristiana. Decidimos reunirnos mensualmente un sábado por la mañana en uno de nuestros locales de la calle Maldonado. Dichos encuentros duraron el equivalente a dos cursos académicos.

Al cabo de los dos años se pensó que ya se había alcanzado un caudal de confianza suficiente para convocar al grupo sólo en el caso de que surgiera algún asunto para ser tratado como fueron tratados los anteriores y, por tanto, ya no había necesidad de reunirse periódicamente. Por otro lado, la experiencia fue muy enriquecedora y nos pareció que era hora de exportarla a otros campos profesionales, pero en otro formato. Y pensamos que el formato inicial más atrayente era el retiro de 24 horas.

Los jesuitas que acompañamos estos encuentros fuimos descubriendo un papel algo distinto a lo que en un principio se esperaba de nosotros. Dicho de una manera sucinta: en lugar de dar respuestas a las cuestiones que surgían en el curso de los encuentros (muchas de las cuales nos superaban), ayudábamos a los asistentes a buscar juntos vías de solución a los temas tratados. Esto hacía que cada asistente considerara el encuentro como algo suyo.

El espíritu del retiro.

Un escrito apologético cristiano de autor anónimo, “Carta a Diogneto”, que se estima pudo ser escrito a finales del siglo II o comienzos del III, dice:

“Los cristianos no se distinguen de los demás hombres, ni por el lugar en que viven, ni por su lenguaje, ni por su modo de vida. Ellos, en efecto no tienen ciudades propias, ni utilizan un hablar insólito, ni llevan un género de vida distinto. Su sistema doctrinal no ha sido inventado gracias al talento y especulación de hombres estudiosos, ni profesan, como otros, una enseñanza basada en autoridad de hombres. Viven en ciudades griegas y bárbaras, según les cupo en suerte, siguen las costumbres de los habitantes del país, tanto en el vestir como en todo su estilo de vida y, sin embargo, dan muestras de un tenor de vida admirable y, a juicio de todos, increíble” (De la Carta a Diogneto, Cap. 5‐6; Funk 1, 317‐321).

Es decir, los profesionales cristianos son como todos los profesionales (en esto no se distinguen de los demás), pero la perspectiva de su profesión es otra que se concreta en su fe cristiana. Una perspectiva que desemboca en un “tenor de vida” distinto. Y lo que se busca en estos retiros es la recuperación de este tenor.

Para enmarcar los temas tanto en la mañana como en la tarde del sábado, los jesuitas ofrecemos unas sugerencias en clave de espiritualidad ignaciana: Dios habita y actúa en el mundo y buscamos cooperar con Dios desde la profesión. Aquí cobra sentido lo que el Concilio Vaticano II dice: "Los hombres y mujeres que, mientras procuran el sustento para sí y su familia, realizan su trabajo de forma que resulte provechoso y en servicio de la sociedad, con razón pueden pensar que con su trabajo desarrollan la obra del Creador, sirven al bien de sus hermanos y contribuyen de modo personal a que se cumplan los designios de Dios en la historia." (Constitución pastoral Gaudium et Spes, nº 34).

El retiro tiene como objetivo que el profesional se vea con otros profesionales en ese escenario (trascendente) para que su modo de proceder (inmanente) en el futuro sea conforme a los valores del evangelio, no como un ejercicio voluntarista sino como fruto de la misteriosa gracia que Dios concede a quienes buscan su reino y su justicia.

El ambiente en las puestas en común es de auténtica escucha al otro, no sólo en lo que dice sino en lo que quiere decir. Todos finalizamos la puesta en común con la sensación de haber aprendido mucho en este intercambio cordial de aquello que se ha vislumbrado en el rato de oración personal.

El futuro del retiro.

Hasta ahora todas las convocatorias han recibido una respuesta muy satisfactoria. Pensamos que el formato funciona muy bien y que responde a las necesidades que nos manifiestan muchos profesionales. Pero lejos de adoptar una postura inmovilista y autocomplaciente, los tiempos actuales pueden estar pidiéndonos novedades creativas para que el retiro siga siendo ese espacio donde el profesional retoma la perspectiva cristiana de su trabajo cotidiano.

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